En días pasados, me tocó escuchar parte de una conversación telefónica entre una "dama" de unos treinta y cinco años aproximadamente, madre de un pequeño y ella misma estudiante de la "Misión Ribas", supongo que con otra amiga:
¡Hola, panita, ¿Cómo esta la vaina?.
Si, igual que yo, jodida pero con la revolución.
Nooo, manita, yo hoy tengo una caligueba terrible para salir…igual se lo dije a “fulanita”, que no ibanos a salir hoy, que estabanos viendo una película arrechisima en el DVD…
Al comentar esto con un hermano, entablamos una amena conversación sobre educación, pueblo, pobreza y marginalidad, llegando a la misma conclusión a la que otros han llegado: La marginalidad es un estado mental y no hay peor cosa que llevar un rancho en el cerebro.
Y es cierto, no se necesita ser pobre, ni pueblo, en el buen sentido de la palabra, para ser marginal. Solo es necesario cerrar la mente y adoptar ciertas posturas que parecen intrínsecas a esa condición.
Levántese en la mañana e inmediatamente encienda el radio o la TV a un nivel alto de decibeles, que no solo moleste a quienes están en su entorno inmediato, sino también a los vecinos. ¡No lo encienda para usted solo, ¡que sea para todos!
Suénese la nariz descaradamente, que a usted no le importe el resto de la humanidad; al fin y al cabo son sus secreciones nasales y a nadie se las pidió prestadas!.
Tire con fuerza la puerta del baño o cualquier otra que necesite abrir o cerrar. No la cierre, ¡tirela!. Haga todo el ruido que pueda en el baño y no se olvide de dejar destapada la pasta dental y el jabón en el piso, y muy importante, séquese en la parte de afuera y empape todo el piso. El que venga atrás que coletee. Importante: no olvide amontonar en el lavamanos la ropa interior que su mujer dejo secando e igual haga con la suya...
Al desayunar, almorzar o cenar, no absorba los líquidos. ¡Chupelos! y trate de imitar a Tito Puente, con sus cubiertos, vale decir, haga todo el ruido posible. Al finalizar su comida, no se olvide de emitir todos sus sonidos corporales, sean éstos bucales o estomacales. Límpiese la boca con el dorso de la mano, o mejor si lo hace con el borde del mantel. Al fin y al cabo, las servilletas son un lujo.
Al salir a la calle, jamás se olvide de llevar un morral, en el que previamente habrá introducido lo necesario y lo innecesario. Lo importante es darle volumen,pues esto le será de gran utilidad para empujar, atropellar y hasta agredir a otras personas en el Metro o la Buseta, según sea el caso, y así abrirse paso sin importar sexo o edad de sus “victimas.”
Ni se ocupe ni le preocupe leer algo educativo. Siga con la buena costumbre de estudiar solamente la Gaceta Hípica y ojear uno que otro periódico deportivo, donde de paso encontrara la lista de las múltiples loterías que inundan y desangran a este país. De pronto usted “pego” un Terminal que lo "resuelva” y lo saque de abajo y si no, le queda como consuelo utilizar la pagina central con la figura de una “buenota chica ice” para empapelar su habitación.
Al momento de ver TV, ni por equivocación sintonice “¿Quien quiere ser millonario?”; lo suyo es “Que locura”, “La Gran Boloña” y “La Hojilla”. Recuerde que su mente esta cerrada a lo educativo y que la TV no es para educarse, sino para divertirse.
Continué con su léxico habitual, no le ponga atención a como hablan "los otros”, refuerce sus frases con palabras tan feas como pueda; ellas reafirman su condición de marginal.
Y llegado el viernes, reúnase con los “panas y jevas” a la puerta de una licorería, especialmente una de esas que tienen un letrero que reza: “Prohibido el consumo de bebidas alcohólicas"; en este lugar y sus alrededores”, que debe tener sendo equipo de sonido donde se dejen escuchar Reaggeaton y Vallenatos -y si tiene Kareoke, mejor- tendrá su oportunidad para demostrar sus cualidades histriónicas, a la vez que de poner la gran “torta”. ¡Ah!, no se olvide de lanzar al piso cuanta botella, lata, o papel caiga en sus manos. ¿Qué tiene de malo esto?, a final de cuentas, en las Mercedes o cualquier otra urbanización del este, los “ pavos de "jai" están haciendo lo mismo.
Al llegar a su casa, ebrio y a altas horas de la madrugada, ante los reclamos de su mujer limítese a contestarle: "¿Qué pasooo, miiiija?, cobré la Beca y salí a una rumbita con los panas para calmar el extrés de tanto chambiar, vamos, acomódese, que ahora le voy a dar lo suyo"
Si conoce a alguien con semejantes “cualidades” y espero que no sea usted o alguien de su familia, no lo dude:
"Lleva un rancho en la cabeza" Moisés Guevara R.