Se puede engañar con palabras, con gestos, posturas y por supuesto con acciones, pero es muy difícil engañar con el rostro. Por algo se dice que: los ojos son el reflejo del alma. A menos de 24 horas de haber finalizado las elecciones no se encuentra ni una sola cara sonriente de los dirigentes del PSUV. El único que dio la cara fue el General Rojas Miuller y la misma era todo un poema. Un poema de derrota. Y tienen razón, porque no tienen nada que celebrar.
No soy numerologo, ni matemático, ni experto en proyecciones ni analista de resultados que tengan que ver con esta materia, por el contrario, diría que soy alérgico a estos temas, pero alguna vez, por obligación o por curiosidad es necesario echar mano a los benditos numeritos, y este es el caso de hoy.
Geográficamente, es cierto que el oficialismo obtuvo el triunfo en 17 estados, pero numéricamente perdió las elecciones a nivel nacional. Los cinco estados con los que se alzo la oposición albergan el 60% de la población venezolana y revisando en profundidad los datos emitidos por el CNE obtenemos como resultado absoluto e irrebatible que la oposición obtuvo 7.049.120 votos y el gobierno 4.003.402. Esto representa el 46% de población. Si le agrego los votos del Estado Bolívar donde hubo dos candidatos de la oposición que unidos habrían doblado al ganador y los de Barinas (aún en disputa) se concluye que la oposición aglutina el 60% de la población nacional. Quien no lo entienda o no lo quiera hacer que revise el corredor electoral.
¿Dónde esta la victoria chavista?. En ninguna parte. Por eso no la proclaman.
Escribo esto a menos de 24 horas de haber finalizado el proceso electoral. Los números podrán cambiar en algo, pero el resultado es irreversible. Ahora saldrán los expertos en numerología, estadísticas y politiqueros de oficio a tratar de cambiar las cifras, pero lo único verdaderamente cierto es que se gano en las zonas cruciales encabezadas por Caracas y seguida de Miranda, Zulia, Carabobo Táchira y Nueva Esparta donde, ya lo dije, se centra el 60% de la población, lo que constituye un muro dispuesto a impedir, que el inquilino de Miraflores, maneje el espectro político a su antojo.
El toque de Diana sonó a derrota, sonó a Retirada, mientras la voz del pueblo clamo ¡Libertad!.
MOISES GUEVARA R.
Caracas, 24 de noviembre de 2008
jueves, 27 de noviembre de 2008
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