
Del Ávila se desprende una densa neblina que arropa toda la ciudad y trata inútilmente de colarse por la ventana de mi cuarto. Llueve incesantemente. Todo esta empapado. El frío cala hasta los tuétanos. Busco cobijarme. Hay poco para ello. A lo lejos observo con sana curiosidad las luces multicolores y centellantes de los adornos navideños. De vez en tanto, personas desconocidas y que no conoceré jamás, pasan cargando un pino canadiense destinado a dar calor y alegría a alguna casa que tampoco conoceré. Percibo su aroma. Olor de alegría, de fiestas y familia.
Todos van de prisa como si no quisieran perder un segundo de esta época que en realidad pasa rauda y veloz. Miles de bolsas repletas de obsequios envueltos en papeles multicolores van con ellos, acompañándolos en un aloquecido frenesí de consumismo. Los entiendo y sonrío ante su risa. Hago mía su prisa, su felicidad, sus deseos cumplidos y ese espíritu que les acompaña donde quiera que vayan sus pasos ansiosos.
Olor de sazones exquisitas que anuncian suculentas cenas compartidas con familiares y amigos. Música que nos hablan de lo sagrado y lo pagano. Petardos; el estridente ruido de cornetas compitiendo con el desesperado ulular de las sirenas. “El diablo haciendo piruetas”, como cantara Andrés Eloy. ¡Es Navidad ¡.
De una sola ojeada reviso mi entorno harto conocido. En estos cinco metros cuadrados, que son mi mundo, ni un solo adorno alegórico a las fechas,… y afloran los recuerdos… Enciendo otro cigarrillo, y entre las volutas del humo caprichoso dejo volar mis pensamientos.
Los “viejos”, ausentes en la infinita eternidad. ¡Como hacen falta!. La esposa que partió tempranamente al llamado de Dios. Los hijos que no están porque no quieren estarlo, los hermanos separados por distancias y tontas diferencias. Los nietos, que he visto pero que no conozco. Los amigos, ausentes de lejanía.
No me tientan los opíparos banquetes adosados de finos y costosos licores, tampoco los obsequios, tan solo me duele la ausencia de afectos verdaderos. ¡Esta soledad que me atosiga y me atormenta!.
Hace 2008 años nació en Belén un niño carpintero que tallaba la madera con destreza, luego cambio el cincel por una red y se convirtió en pescador,…pescador de hombres, pero al final la madera lo cabalgo a él y en ella murió crucificado en las alturas del Gólgota. Yo no le canto a ese Jesús del madero sino al que andaba en la mar, y en nombre de su doctrina, desde mi muy humilde morada, desolada y triste, pero con toda la alegría escondida en lo mas profundo de mi corazón, deseo a todos una “Muy Feliz Navidad”.
Moisés Guevara R.Caracas, 10 de diciembre de 2008
Todos van de prisa como si no quisieran perder un segundo de esta época que en realidad pasa rauda y veloz. Miles de bolsas repletas de obsequios envueltos en papeles multicolores van con ellos, acompañándolos en un aloquecido frenesí de consumismo. Los entiendo y sonrío ante su risa. Hago mía su prisa, su felicidad, sus deseos cumplidos y ese espíritu que les acompaña donde quiera que vayan sus pasos ansiosos.
Olor de sazones exquisitas que anuncian suculentas cenas compartidas con familiares y amigos. Música que nos hablan de lo sagrado y lo pagano. Petardos; el estridente ruido de cornetas compitiendo con el desesperado ulular de las sirenas. “El diablo haciendo piruetas”, como cantara Andrés Eloy. ¡Es Navidad ¡.
De una sola ojeada reviso mi entorno harto conocido. En estos cinco metros cuadrados, que son mi mundo, ni un solo adorno alegórico a las fechas,… y afloran los recuerdos… Enciendo otro cigarrillo, y entre las volutas del humo caprichoso dejo volar mis pensamientos.
Los “viejos”, ausentes en la infinita eternidad. ¡Como hacen falta!. La esposa que partió tempranamente al llamado de Dios. Los hijos que no están porque no quieren estarlo, los hermanos separados por distancias y tontas diferencias. Los nietos, que he visto pero que no conozco. Los amigos, ausentes de lejanía.
No me tientan los opíparos banquetes adosados de finos y costosos licores, tampoco los obsequios, tan solo me duele la ausencia de afectos verdaderos. ¡Esta soledad que me atosiga y me atormenta!.
Hace 2008 años nació en Belén un niño carpintero que tallaba la madera con destreza, luego cambio el cincel por una red y se convirtió en pescador,…pescador de hombres, pero al final la madera lo cabalgo a él y en ella murió crucificado en las alturas del Gólgota. Yo no le canto a ese Jesús del madero sino al que andaba en la mar, y en nombre de su doctrina, desde mi muy humilde morada, desolada y triste, pero con toda la alegría escondida en lo mas profundo de mi corazón, deseo a todos una “Muy Feliz Navidad”.
Moisés Guevara R.Caracas, 10 de diciembre de 2008
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