Roberto está bravo. ¡Que broma! Anda enfadado con Chávez y el chavismo, la revolución y el socialismo. Ese carricito recién nacido, de dulce y bueno que era, se ha tornado, en política venezolana, en colérico e intemperante. ¡Que problema! Pero fíjense bien: A mi hermano no deja de asistirle parcialmente la razón. ¿Saben por qué? ¡Porque esta revolución no ha sabido transmitirse! Las buenas razones para la continuación de Chávez existen, pero a la clase media pensante, a la que él pertenece, no se le ha dado ninguna. Estridencia y vulgaridad, alaridos y pulsomecatismo no son buenas razones, y eso fue lo que se observó en ese debate de la Asamblea Nacional. Ni siquiera Earle Herrera, a quien sé talentoso, pudo hilvanar un discurso inteligente. El y otros me asombraron, porque la emoción no excusa la adulancia, ni el compromiso la mediocridad. ¿Por qué esa torpeza de parte de quienes no son torpes? Yo insisto aquí en bitácora privada, que esta revolución, a la que me adscribo y defiendo, no ha logrado conformar oferta para la clase media. El planteamiento ya lo hice público en "Aporrea", y temo que si no se atiende a tiempo acarreará dificultades. ¿Existirá la voluntad y la inteligencia para hacerlo, o lo impedirá la sinrazón obsecuente y complaciente? Mientras ocurre felicito a Roberto por su escrito, aunque adverso su antichavismo. Sin embargo lo entiendo: nuestros padres no nos enseñaron posturas adoratrices, ni a pulsar cuerdas para obtener prebendas. No hay Guevara de nosotros que lo haga, ni lo hace su descendencia. Esto lo conozco en hijos y sobrinos, y lo predigo en los rasgos de carácter de Christian. ¿Saben qué? Venimos de una fuente auténtica, irreverente y lineal que no admite curvaturas. ¿Ejemplo de los más jóvenes? Esta chica linda de la foto.
César O. Guevara R.



